martes, 10 de febrero de 2009

Cristal sin acero



El cristal no era de acero, pero daba esa impresión. El mar, los presentimientos, la naturaleza y la somba lo cubrían día, y noche para que no se quebrara cual botella de bebida gaseosa. Las manos que lo cuidaban estaban hechas de una arena que, con el tiempo, se hacía cada vez más, y más fuerte. Cuando se dio cuenta de que una frase podía hacer que su vida avanzara, decidió seguir adelante, cumplir con lo que tenía pensado hacer, y morir cuando el sol estuviera más cerca que antes del planeta experimental en el que vivía.

jueves, 5 de febrero de 2009

La mandarina que te llevó más allá



Trata de decirle a tu hermana que vaya, y le diga a todos que la vida se extenderá solo porque ella naufragó para salvarnos de nosotros mismos... todo cambiará cuando evolucionemos, y dejemos de ir hacia afuera.

Es la continuidad



Viste la enorme vela que te condujo hacia donde querías estar: la superficie profunda de los pensamientos que en aquél año te hizo pensar que la vida era redonda, y no plana. Cuando te diste cuenta de ello, corriste hacia 1768 para no ser asesinado por el único que podía llevarte a tu segundo parto: tu compañero mental.

Llamarada violenta, pero esclarecedora



A ver si en algún momento vemos a la luna estrellarse contra la sombra que jamás apareció donde debía estar... ¿llegaremos a sentir aquello que se ve lejano, y deseable? Solo responderemos esa pregunta, cuando nos demos cuenta de que ya inundamos el barco azul en que debíamos sentarnos a pensar, y disfrutar el equilibrio integral que siempre nos dio la tierra.

Ofensas para el que quiere ser atacado



¿Te ofendí, al elegir lo que quería hacer con mi vida? Tu control no hará que mi océano cambie de color... deja de proyectar tus miedos hacia mí sólo porque no viste el lado profundo de mi gaviota amarilla.

Una situación en medio de otra


¿Dictablanda, o democradura? Elige el mal menor, por favor.

La determinación de la sombra



Y pasaron cosas que no todos entendieron, porque jamás fueron más allá de los 250 000 kilómetros en los que solo buceaban sus mentes.